Alba Troya: “ahora me doy cuenta de lo poco que hace falta para ser feliz”

01 de Julio de 2018
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Alba Troya Velasco es una joven algecireña de 28 años que actualmente vive en Berlin, donde trabaja como responsable de beneficios de tres hoteles de una importante cadena hotelera alemana. 

Graduada en Turismo por la Universidad de Sevilla, se marchó a Heidelberg, al sur de Alemania, para estudiar un Master en Administración de Empresas. “Mis padres creyeron en mí y gracias a su esfuerzo pudieron ofrecerme una oportunidad que no todo el mundo puede, pero también supe sacar lo mejor de ella con mucho trabajo duro. Al final acabé cursando dos Masters en el tiempo de uno y también trabajaba por las tardes en un hotel de prácticas para pagarme la estancia”, nos explica

En estos momentos se encuentra en Berlín, pero también ha vivido en Frankfurt y Heidelberg. En la capital alemana trabaja como Assistant Cluster Director of Revenue Management, ocupándose de controlar y optimizar los beneficios de tres hoteles en Berlín de la cadena IHG. Alba es la encargada de establecer los precios de las habitaciones, es la responsable de mantener una buena posición competitiva con respecto a otros hoteles, y de mantener las diferentes páginas webs donde ofertar las habitaciones y salas de eventos, entre otras tareas.

Esta algecireña por el mundo asegura que en Alemania se valora mucho más el talento de los jóvenes. “En España no se valora el talento y el conocimiento que la gente joven puede aportar. Las empresas no invierten en formar a gente con poca experiencia. En Alemania, al menos desde mi experiencia, ven a los jóvenes como la mejor fuerza de trabajo que se puede tener y por ello las posibilidades de crecer son mucho más esperanzadoras”, señala.

Ya son cinco años los que Alba lleva fuera de casa, y volver está entre sus planes: “ahora me doy cuenta de lo poco que hace falta para ser feliz: un poquito de sol, la luz en la mañana que aquí no existe, las conversaciones de la gente en las terrazas de los bares o unas sardinitas al espeto en la playa con la familia. Eso no tiene precio”.

Hasta el momento está siendo una experiencia dura pero enriquecedora en todos los aspectos. “He pasado momentos difíciles en los últimos años, he trabajado mucho y estudiado a la vez en un idioma que no es el mío. Cada pequeña cosa al principio es un mundo: desde encontrar la harina en el supermercado hasta firmar un contrato de vivienda en alemán de veinte páginas. Muchas veces me he sentido perdida porque los resultados no vienen rápido y hay que luchar mucho, ser fuerte y no tirar la toalla. Por otro lado, he crecido y sigo creciendo como persona cada día y eso no lo cambiaría por nada. Salir de la zona de confort es fundamental para ver la vida desde otras perspectivas”, apunta.

En medio de esta gran aventura por el mundo, en la que está creciendo personal y profesionalmente, Alba confiesa que echa de menos Algeciras: “se echa de menos hasta aquello que no sabía que podía echar de menos. La vista del Peñón cuando entro a Algeciras después de meses sin venir todavía me pone los vellos de punta. Extraño el olor del mar, el poder hablar con cualquiera en plena calle, cuando paseo con mi padre y se para mil veces porque conoce a todo el mundo, que la gente se cuente las penas cuando se cruzan en la Plaza Alta. Eso aquí en Alemania no se ve, la gente es mucho más reservada y cada uno vive su vida. El hecho de salir a tomarme algo con mis amigos de toda la vida, que quedemos dos y al final se unan cinco más sin previo aviso, esa la espontaneidad la echo mucho en falta”.

Esta joven algecireña aprovecha para enviar un mensaje a los vecinos de la ciudad de Algeciras: “apreciad cada brisa mañanera porque ese es el verdadero lujo, ni el dinero ni el trabajo compran ni la mitad de lo que ya tenemos en nuestra tierra, rodeados de nuestra gente”.