Algeciras quiso un Jueves Santo más acompañar a Nuestro Padre Jesús Nazareno en su sufrido avance con la cruz a cuestas hacia su sacrificio. No cabía un alfiler en cualquier rincón del centro. Calles, plazas y terrazas llenas de ciudadanos que esperaban el paso de las procesiones del Jueves Santo. Un Jueves Santo solemne y que llama al recogimiento.
El Nazareno, imponente como siempre con su túnica morada, hace su aparición a las puertas del templo mayor de Algeciras, la Iglesia de la Palma. El paso luce crespón negro por el fallecimiento de su hermano, Manuel Lara. Los costaleros de cuclillas sacan el paso con experiencia y maestría, Luego, ya fuera, se le coloca la cruz y las potencias. El Nazareno desfila hacia su destino con el semblante sereno y con Simón de Cirene ayudándole a cargar su cruz. Con cada paso de la cuadrilla resuena el trono en el silencio de la Plaza Alta.
La Virgen de la Amargura, ataviada como una auténtica Reina barroca hace su aparición minutos después. El grandioso paso hace sudar a costaleros y capataces. "Despacio, no tenemos prisa. No hay nada que demostrar, solo a nosotros mismos", y la Plaza Alta contiene la respiración.
Saetas a la salida de ambos titulares, que enfilan majestuosos por el interior de la Plaza Alta hacia carrera oficial.