El Messi de Algeciras y los jugadores del hachís

Un jefe de la investigación policial desvela durante el juicio a 22 acusados por narcotráfico que se desarrolla en Algeciras cómo funcionaba la organización que lideraba el fugado Abdellah

Sofía Furse.
Periodista
26 de Septiembre de 2024
El Messi de Algeciras y los jugadores del hachís. Foto: S.F.
El Messi de Algeciras y los jugadores del hachís. Foto: S.F.

"¿Habéis jugado vosotros? Yo no", pregunta alguien al teléfono. Es uno de los jugadores del Messi del hachís, la pieza clave de toda una organización dedicada al narcotráfico, donde el terreno de juego era el Estrecho de Gibraltar, y el objetivo, introducir hachís en España. Durante el juicio a 22 acusados de pertenecer a este grupo, un jefe de la investigación policial, que ha declarado como testigo, ha desvelado cómo funcionaba supuestamente esta banda, que bajo el mando de Abdellah El Haj Sadek El Menbri, ha movido durante años toneladas de droga. 

Tras más de un año de investigación, la Policía Nacional desmanteló una compleja organización criminal que operaba en células distribuidas bajo el mando del propio Messi. Desde 2019, Abdellah está prófugo de la justicia, pero la investigación dejó al descubierto cómo funcionaba el clan, su jerarquía, y sus métodos para eludir a las autoridades. Desde el pasado lunes 23 de septiembre la Sección Septima de la Audiencia Provincial en Algeciras juzga a 22 hombres acusados de pertenecer a este grupo delictivo.

¿Cuál es la estrategia del Messi del hachís? Un agente de la Policía, que declaró como testigo en la sesión del pasado miércoles en la sede de la Audiencia en Algeciras, ha revelado ante la juez el modus operandi de Abdellah y su manera característica de jugar, "seguir un patrón durante varios días hasta conseguir desembarcar la droga". 

Las conversaciones intervenidas revelaron que los miembros del grupo utilizaban términos futbolísticos para discutir sus operaciones delictivas: "¿Habéis jugado vosotros?", "Mete al Messi de Algeciras". Los jugadores de distintas las células se llamaban al día siguiente -con teléfono intervenidos- de realizar un alijo para conocer cómo se había dado, lo que daba pistas a los policías, según el testimonio del agente. 

El lenguaje codificado y los cambios constantes de ubicación dificultaban la labor policial, pero no lo suficiente como para impedir su detección. En el organigrama del clan, el Messi del hachís -o Messi de Algeciras como a veces le llamaban sus alijadores- ocupaba la cima, pero contaba con un equipo bien entrenado. Había tres subgrupos principales: los alijadores, encargados de traer la droga y desembarcarla en las playas; los almacenadores, que no participaban en la compra o venta, sino que guardaban la mercancía en propiedades estratégicas; y el equipo de transporte, aquellos que se encargaban de transportar tanto a alijadores como la mercancía ilícita en vehículos todoterreno y 4x4.

Las operaciones solían arrancar al caer la tarde, momento en el que el Messi y su mano derecha decidían el nuevo golpe y las próximas jugadas. Informaban por teléfono a los convocados, que tras esto apagaban el móvil para no ser rastreados. Desde la localización acordada los todoterrenos llevaban a los alijadores hasta la costa, según detalla en su declaración el jefe de la investigación policial, y allí se desembarcaba los paquetes procedentes del otro lado del Estrecho, de Marruecos.

La casa de los Mosquitos y otros refugios

Un lugar clave para el clan era la llamada casa de los Mosquitos, una vivienda abandonada en Algeciras que funcionaba como punto de encuentro previo a los alijos, y que estaba situada en una parcela cercana a la calle Arbolitos. Las autoridades lograron identificarla gracias a las escuchas telefónicas, que permitieron seguir los movimientos de los miembros de la organización.

Desde allí, los vehículos salían hacia los puntos de alijo en las playas de Algeciras, Palmones o incluso en la Costa del Sol. Fruto de las intensas observaciones policiales, como indica el agente ante las preguntas de la Fiscalía, observaron que los acusados vestían de negro y que movilizaban los coches de la Casa de los Mosquitos o una nave de la Avenida Aguamarina justo antes de los desembarcos.

Cuando algo salía mal, las conversaciones se encendían. "¡Me he tenido que subir al burro!" o "Nos han quitado 36 paquetes", se escuchaba en los audios interceptados analizados por la Policía. Incluso se quejaban de errores cometidos por otros narcos: "¡¿Cómo se les ocurre venir en una embarcación blanca?!". Estas frustraciones revelaban también puntos débiles de una organización que, aunque bien estructurada, no era infalible, según ratifica el agente ante el Ministerio Fiscal.

Durante meses, las autoridades fueron armando el rompecabezas gracias a estas escuchas y descubriendo que los almacenadores podían llegar a desconectar sus teléfonos hasta 20 días mientras custodiaban las partidas de hachís. Los abogados defensores de los presuntos narcos habían solicitado su nulidad sin éxito el pasado lunes, en el primer día de macrojuicio. 

El clan del Messi del hachís no era ajeno a la presión policial. A mediados de 2016, al percatarse de que sus movimientos eran vigilados, detuvieron las operaciones en el sur de España. No obstante, en septiembre regresaron, reubicándose en nuevas casas-almacén, como una en la calle Dóberman de Algeciras, un inmueble que se convirtió en centro de acopio de grandes cantidades de hachís, según revela la investigación policial. 

La Policía Nacional, en colaboración con la Guardia Civil, logró desmantelar la red criminal, pero Abdellah El Haj Sadek El Menbri logró regatear a las autoridades y lleva prófugo de la justicia desde 2017. El Messi del hachís, descrito como el cabecilla de la organización, es señalado por la Fiscalía como el encargado de toda la logística, negociando con proveedores, organizando el transporte de la droga, gestionando los almacenes y pagando a los miembros del grupo. 

El juicio continúa 

Desde el pasado lunes -salvo el martes de receso- se han sentado en el banquillo los 22 acusados, la mayoría en libertad provisional. El Ministerio Fiscal solicita penas de hasta 30 años de prisión para algunos de ellos, según el grado de responsabilidad dentro de la organización. Además, reclama multas de 40 millones de euros para cada uno de los imputados.

El miércoles, segundo día del juicio, se resolvieron cuestiones previas que los letrados plantearon en la primera jornada, el pasado lunes, 23 de septiembre. La presidenta del tribunal, tras dejar el martes de receso, determinó que, se admitían las escuchas telefónicas y que quedaba fuera del procedimiento el hecho nº 10. "El Ministerio Fiscal en su escrito de acusación, por facilidad para la comprensión del procedimiento y de la acusación, relaciona en diez hechos lo que se está enjuiciando. De esta forma el hecho nº10 ha quedado fuera del procedimiento. Esto ha sucedido por una cuestión de forma, por las reglas del procedimiento. Lo que sucede es que este hecho se empieza a investigar en un juzgado diferente del que conocía el procedimiento principal. En un momento determinado este juzgado se inhibe y manda el procedimiento al juzgado principal, y lo hace fuera de plazo, por lo que no se cumplen las reglas del juego", explica Enrique Del Águila a 8Directo a las puertas de la sede de la Audiencia Provincial en Algeciras. 

"A mi cliente se le imputa su participación en ese hecho nº 10, por tanto, ahora mismo estamos muy felices mi cliente y yo porque ya no se le va a enjuiciar por ese hecho. A ver si tiene participación en algo más, que yo estoy defendiendo que no, mi cliente simplemente estaba en el momento y en el sitio equivocado, y para eso estamos aquí, para poder dilucidarlo", sostiene el letrado Del Águila a los micros.

Este jueves, tercer día del macrojuicio contra el clan del Messi del hachís, la sesión que se ha celebrado en la Sección Séptima de la Audiencia Provincial de Cádiz, con sede en Algeciras, se ha centrado en las declaraciones de los testigos.