Todos coinciden en señalar la complejidad que supone alcanzar un acuerdo sobre la situación de Gibraltar tras el Brexit. Desde el inicio de las negociaciones las partes implicadas han superado muchas fases y, también coinciden en esto, parece que el acuerdo está cada vez más cerca. España y Reino Unido se mantienen dentro de la cautela a la hora de realizar declaraciones públicas, dentro de los límites de la diplomacia, y dejando los desencuentros de puertas para dentro de la negociación. Sin embargo, ambas partes han evidenciado recientemente y de forma pública un desacuerdo que tiene que ver con el control de fronteras y la presencia de agentes españoles en el Peñón, dejando entrever que ese puede ser uno de los escollos de las negociaciones.
El ministro de Asuntos Exteriores, Unión Europea y Cooperación, José Manuel Albares, fue claro en esto durante su visita a Algeciras el pasado martes cuando los medios comarcales preguntaron por el control de frontera y libre circulación de personas. "El espacio Schengen funciona de una manera y no hay dos formas en las que pueda funcionar, los puntos que se habilite para entrar al espacio Schengen, como en cualquier parte, es el agente europeo habilitado, y en este caso la Policía Nacional, el habilitado en los controles". Recordó que el Acuerdo de Nochevieja firmado antes de la llegada del actual Gobierno recogía que durante los primeros cuatro años habría un apoyo de Frontex a la policía española, pero habla de apoyo y no de sustitución de esta.
Sin embargo, hace unos días, el ministro principal de Gibraltar, Fabián Picardo, afirmaba en una entrevista a la televisión pública de Gibraltar, la GBC, que la presencia de "botas españolas" en territorio británico es "un no-no" en las negociaciones, en referencia a la presencia de la policía española en Gibraltar. Aseguró también durante la entrevista sobre este asunto que el Gobierno español solo expresa su posición y no detalles cerrados del acuerdo, que ambas partes han acordado no desvelar o desvelar de forma conjunta y acordada.
En Reino Unido hay reticencias a esta solución para la libre circulación de personas y la caída de la Verja. La presencia de agentes no británicos en los accesos al aeropuerto y al puerto no está bien visto, por ejemplo, en la Cámara de los Comunes, que ante el actual ministro de Exteriores británico, David Cameron, ha mostrado su rechazo a que los visitantes británicos tengan que someterse a controles realizados por policías no británicos para acceder al Peñón. Cameron ha defendido en varias ocasiones la "frontera fluida" y se refirió a que en estos puntos de accesos habría un primer control de las autoridades gibraltareñas y luego un segundo control de Frontex, que les permitiría entrar y salir hacia territorio español u otros países del espacio Schengen sin problemas. Pero habla de Frontex y no de policía española.
Dos posiciones contrapuestas. Este asunto, al igual que la libre circulación de mercancías dentro del espacio de la unión aduanera europea y sus consecuencias en la armonización fiscal, podrán ser temas a tratar en las reuniones técnicas que tendrán lugar la próxima semana. Porque las negociaciones, a pesar del adelanto electoral en Reino Unido, van a continuar con el fin de alcanzar el acuerdo. Entre los ciudadanos de ambos lados, sobre todo si hablamos de los trabajadores transfronterizos, seguro que hay otras inquietudes y preocupaciones, pero este desacuerdo en los controles es un escollo más a superar.