Pepa La Pola, una calle en Los Barrios que inmortaliza su solidaridad eterna

Esta mujer luchadora y generosa es recordada como un ejemplo de amor y entrega no sólo para sus hijos, hijas, nietos y nietas, sino también para todos aquellos que tuvieron la suerte de conocerla

Sofía Furse.
Periodista
19 de Octubre de 2024
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El legado de Pepa La Pola, vecina muy querida de Los Barrios, ha quedado inmortalizado con una calle que lleva su nombre, situada junto a la barriada Nuestra Señora de Fátima. Esta mujer luchadora y generosa es recordada como un ejemplo de amor y entrega no sólo para sus hijos, hijas, nietos y nietas, sino también para todos aquellos que tuvieron la suerte de conocerla.

El descubrimiento de la placa que da nombre a la calle fue uno de los momentos más emotivos del acto, al que asistieron la concejala de Participación Ciudadana, Sara Lobato; la delegada de Políticas de Igualdad, Cristina Silva; y la concejala de Protección Civil, Geli Ferral, acompañadas de otros concejales y miembros de la Corporación Municipal. La vicepresidenta del Consejo Local de la Mujer, María José Alconchel, también estuvo presente, compartiendo el cariño que tantos sentían por Pepa.

Rodeada del calor de sus familiares, hijos, nietos y vecinos que la recordaban con amor, la inauguración de la calle a su nombre fue un homenaje sincero y sentido a una mujer cuyo corazón grande y generoso dejó una huella imborrable. “Hoy cumplimos con el deseo de la comunidad de honrar a una vecina que siempre fue un ejemplo de bondad y entrega. Pepa ayudó a todos los que la rodeaban sin esperar nada a cambio, y su generosidad es algo que nunca debemos olvidar", ha destacado Sara Lobato.

Lobato también subrayó la importancia de mantener viva la memoria de figuras como Pepa La Pola: "Es esencial que nuestros jóvenes pregunten a sus mayores quién fue Pepa, que conozcan su historia, para que su recuerdo nunca desaparezca. De esta manera, su ejemplo seguirá iluminando nuestras vidas".

Cristina Silva, concejala de Políticas de Igualdad, tuvo el honor de leer una semblanza sobre la vida de Pepa, llena de anécdotas que conmovieron a todos los presentes. En un momento lleno de emoción, Silva entregó un ramo de flores a los hijos de Pepa, simbolizando el cariño eterno que siempre la acompañará.

Pepa "La Pola"

Josefa Herrera Polo, conocida por todos como Pepa La Pola, nació en Los Barrios en 1924, en la plazoleta de las Marojas. Era hija de Domingo e Isabel, y fue la mayor de cinco hermanos, a quienes acogió con amor cuando se casó con su esposo, José. Su vida estuvo marcada por la solidaridad y la fuerza interior, cualidades que la convirtieron en un pilar fundamental para su familia y su comunidad.

Pepa quedó viuda muy joven, pero eso no la detuvo. Enfrentó la vida con valentía y sacó adelante a sus seis hijos, tres hombres y tres mujeres, en tiempos extremadamente difíciles. Su hogar se encontraba primero en el Cortijo de la Granja y más tarde en Valdeinfierno, en la Montera del Torero. Años después, regresó al Cortijo de la Granja para cuidar a su esposo enfermo hasta el final, y, tras su fallecimiento, volvió a Los Barrios para abrir un nuevo horizonte tanto para su familia como para cualquiera que necesitara de su apoyo.

Siempre con los brazos abiertos y una sonrisa reconfortante, Pepa era una mujer adelantada a su tiempo. Su casa era un refugio para quienes la rodeaban, donde no solo ofrecía comida o abrigo, sino que también ayudaba en los momentos más delicados, atendiendo partos, curando heridas y ofreciendo consuelo con una ternura infinita.

Los últimos años de su vida los vivió en la barriada Nuestra Señora de Fátima, conocida como las doscientas viviendas, rodeada del amor de su familia y vecinos, tal como siempre deseó. Pepa no sólo fue un ejemplo para sus hijos y nietos, sino para toda una comunidad que la veía como un faro de luz en los momentos de oscuridad. Contaba sus historias a sus nietos con una humildad que impresionaba, relatando sus vivencias más duras como si fueran de otra persona, restando importancia a su propio sufrimiento.

Más allá de su rol de madre y abuela, Pepa dejó una enseñanza fundamental: el respeto hacia los demás, sin importar su estatus social ni a quién amaran. Para ella, lo más importante siempre fue la humanidad: "Ante todo, somos personas, y como tales, nos debemos respeto", solía decir.

El recuerdo de Pepa La Pola perdurará en el corazón de todos los que la conocieron. Su ejemplo de generosidad, valentía y amor desinteresado será siempre una inspiración para las generaciones futuras, quienes, al pasear por la calle que ahora lleva su nombre, podrán conocer la historia de una mujer excepcional, cuya luz nunca se apagará.