El funcionamiento y eficacia de las vacunas se ha comprobado en los últimos 150 años, de hecho, gracias a ellas se han conseguido erradicar varias enfermedades distribuidas a nivel mundial cómo la viruela, que hasta el siglo pasado hacía estragos en la población.
Sin embargo, tras la última pandemia nos han podido surgir algunas preguntas por ejemplo: ¿Por qué la vacuna del SARS-Cov-2 o la de la gripe no evitan la enfermedad? Todos nos hemos vacunado de distintas enfermedades a lo largo de nuestra vida, algunas nos las ponemos desde niños por ejemplo la del sarampión o la vacuna contra la hepatitis B, cuando somos adolescentes a las mujeres las vacunan del virus del papiloma humano (VPH) lo que las protege prácticamente de por vida contra el cáncer de cuello uterino. Sin embargo, ¿Por qué tenemos que vacunarnos cada año para enfermedades como el Covid, la gripe o el resfriado? Lo mismo ocurre con las infecciones de virus ¿Por qué todos los años cogemos la gripe y sólo enfermamos de varicela una vez en la vida? La respuesta se encuentra tanto en el virus como en nuestra propia respuesta inmune.
Nuestro sistema inmune reacciona ante los virus en cuanto se detectan, esta manera de atacar al virus dependerá de la estructura del propio virus (ya que muchos de ellos son capaces de evadir a nuestras defensas como la gripe o el propio coronavirus). Por un lado, tenemos unas células llamadas linfocitos T CD4, que se encargan de coordinar la respuesta inmune. Estas células activan a los linfocitos B que son las que crean los famosos anticuerpos (los anticuerpos son moléculas que se “enganchan” al virus e impiden que se replique. Los anticuerpos generados son específicos para el virus, es decir, si acabamos de pasar una gripe tendremos anticuerpos para esa gripe en concreto, si pasamos una varicela, tendremos anticuerpos contra esa varicela. Todo parece casi perfecto hasta que aparecen las temidas mutaciones, cambios en la estructura de los virus, y aquí es donde nuestro cuerpo tiene problemas para detectar de nuevo al virus.
Las vacunas tradicionales se crean tomando al virus y atenuándolo, de tal manera que no se puede ni replicar ni infectar pero nuestro cuerpo lo detecta y genera esos anticuerpos, cuando el virus entre porque nos hemos contagiado, nuestro cuerpo tendrá la “pistola cargada” y esos anticuerpos y los linfocitos B responderán de una manera muy rápida, evitando la infección. Estas vacunas tradicionales funcionan con virus que no son mutagénicos, es decir, con aquellos que no mutan con facilidad, el problema está en que virus como el SARS-Cov-2 o la gripe mutan con muchísima facilidad. Esto se debe a que nosotros, por ejemplo, tenemos muchos mecanismos para reparar nuestro ADN si hay fallos y podemos corregir mutaciones, los virus, especialmente los de ARN no poseen esa capacidad y se acumulan rápidamente mutaciones que cambian la forma del virus. Ese cambio de forma permite evadir a nuestro sistema inmune porque nuestro cuerpo lo detecta como si fuera un virus totalmente nuevo y por lo tanto los anticuerpos no funcionan.
Entonces, ¿Por qué las vacunas de ARN mensajero como la del COVID sí funcionan? Estas vacunas son muy diferentes, no poseen al virus atenuado, lo que poseen es parte de su material genético que penetrará en alguna de nuestras células y fabricará la famosa proteína “Spike” (esa proteína que forma la corona del virus). Lo que nuestro cuerpo reconoce es a esa proteína y no al virus en sí, porque el virus cambia tanto que es prácticamente imposible crear una vacuna que lo reconozca, cuando nuestro cuerpo detecte esa proteína en caso de infección por coronavirus, el cuerpo generará una respuesta porque tiene esa proteína memorizada (que, aunque mute mucho apenas varía). El resto de las proteínas del virus varían tanto que nuestro cuerpo, aunque genere linfocitos B de memoria y anticuerpos cuando nos volvamos a infectar sólo reconocerá la proteína Spike porque el resto de proteínas habrán cambiado.
Otro factor a tener en cuenta es que los virus que nos generan una memoria fuerte como la viruela, el sarampión o la varicela, son virus que nos afectan prácticamente a todo el cuerpo. Los virus respiratorios solo afectan a una determinada zona del cuerpo, esto hace que la respuesta inmune sea más local y por tanto no sea “tan fuerte”, una respuesta inmune por todo el cuerpo, aunque sea más agresiva producirá más linfocitos de memoria.
Las vacunas de ARNm son seguras, tanto o más que el resto de las vacunas y medicamentos, todas las vacunas y medicamentos producen efectos secundarios, en el caso de las vacunas esos efectos secundarios los produce tu propio sistema inmunológico. Nuestras defensas para actuar bien necesitan algo de inflamación y fiebre, lo que nos causa dolor y malestar. Esta tecnología salvará a muchos seres humanos de enfermedades víricas y además parece ser que tendrán papeles fundamentales en enfermedades como el cáncer o el SIDA.