La historia de superación y fe del costalero ciego Fran: "Bajo el paso somos todos iguales"

Fran Ramos soñaba desde niño con ser costalero pero perdió el sentido de la vista en un accidente, algo que no le impide llevar a la Virgen de las Lágrimas de Algeciras los Lunes Santo

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Periodista
10 de Abril de 2025
La historia de superación y fe del costalero ciego Fran: "Bajo el paso somos todos iguales".
La historia de superación y fe del costalero ciego Fran: "Bajo el paso somos todos iguales".

Es ciego desde los 17 años cuando un accidente de bicicleta le quitó el sentido de la vista, pero no pudo con su fe. Fran Ramos tenía un sueño desde pequeño y nada ni nadie iba a impedírselo: ser costalero.

Desde niño había salido de nazareno en el paso del Cautivo de Estepona, municipio donde vive, y no veía el momento de cumplir los 18 años para formar parte de la cuadrilla. Un año antes de cumplir la mayoría de edad la vida le golpeó con fuerza quitándole la visión y el olfato. Su madre le preguntó: ¿te sientes capaz? Y desde aquel año lleva al Cautivo por las calles de Estepona en estación de penitencia y el resto del año en una medalla en el cuello.

Es estudiante de tercero del doble grado en Derecho, Relaciones Laborales y Recursos Humanos del Campus Bahía de Algeciras. A través de la que era su pareja conoció la Semana Santa algecireña. “Ella me iba describiendo los pasos, un Lunes Santo me explicó cómo era la Virgen de las Lágrimas, que iba vestida de blanco y algo me llamó, no sé explicar qué fue”, relata. Acudió a la Hermandad de Columna y Lágrimas para postularse como costalero. “No me pusieron problemas, todo lo contrario, la cuadrilla se volcó conmigo. El primer año que salí, el capataz hizo los relevos en braille para facilitarme las cosas”, recuerda Ramos, quien reconoce que la cuadrilla es fundamental porque “te pones en manos de los demás”.

Fran Ramos.
Fran Ramos.

Y así se convirtió en el primer costalero ciego de la Semana Santa del Campo de Gibraltar, aunque él le resta importancia con una naturalidad pasmosa: “Debajo somos todos iguales”, afirma con rotundidad y apunta a que en las trabajaderas realmente todos van prácticamente ciegos, con el costal tapándote los ojos o solo viendo el cogote del compañero.

Tras tres años como costalero en el centro del paso de Lágrimas reflexiona: “He convertido mi desventaja en ventaja. Escucho de las marchas hasta el último instrumento, el ruido de los varales, notas el palio moverse, el choque de las medallas de la Virgen… es todo muy intenso”. “Para que un ciego sienta la Semana Santa de verdad, tiene que ir debajo”, asegura.

Sobre cómo la discapacidad irrumpió en su vida con tan solo 17 años comenta: “El palo fue muy duro, pero creo que hubiera sido peor no haber visto nunca. Yo al menos sé cómo son los colores, algo que es muy difícil de explicar a un invidente o una ola en el mar y he visto los pasos y las caras de mi familia”.

"La cuadrilla es fundamental porque te pones en manos de los demás"

En las trabajaderas, durante la estación de penitencia, Fran pide siempre que la Virgen cuide de los suyos. A pesar de su ceguera, su devoción se mantiene intacta y jamás ha reprochado su accidente a las imágenes que porta. “Si ellos pudieran devolverme la vista sé que lo harían, aunque estoy convencido que no sé cuándo ni cómo, pero volveré a ver”.

La suya es una prueba de que no existen barreras y que para vivir la Semana Santa solo es necesario tener fe y sentirla con el alma.